viernes, 19 de agosto de 2011

Cuentos viejos, maderas de Amighetti

María Leal de Noguera nació en Lagunilla, un vecindario de Santa Cruz de Guanacaste, en 1896. Becada, inició sus estudios secundarios en el Colegio Superior de Señoritas en 1907, donde se graduó como maestra normal en 1914.

En 1915, inició en su tierra lo que serían más de treinta años dedicados a la docencia, y fue ahí donde su vida sencilla y nobles ideales dejaron una profunda huella. En 1925 estableció el primer jardín de niños en Santa Cruz de Guanacaste, mientras que de noche trabajaba también en programas de alfabetización para adultos. Falleció en su natal Lagunilla, en 1989, y la Escuela de Santa Cruz de Guanacaste lleva su nombre.

Escritora además de educadora, en el campo literario se distinguió por sus artículos en el Repertorio Americano, donde recogió leyendas, costumbres y estampas del pueblo guanacasteco, motivos tradicionales que tuvieron también sus obras de teatro infantil. Trabajando como educadora, a semejanza de Carmen Lyra en el centro del país, recogió también un grupo de cuentos populares del noroeste de Costa Rica.

Algunos los oyó de sus vecinos santacruceños y otros fueron recopilados por alumnas suyas en los contornos de su escuela, antes de darles forma literaria. Los inició a publicar en 1923 en El convivio de los niños, publicación de Joaquín García Monge, a cuyo hijo, Eugenio García Carrillo, fueron dedicados. Originalmente eran 14 relatos que incluían cuentos de hadas y del popular Tío Conejo; mas luego fue enviándole otros a García Monge, que en 1936 hizo una segunda edición de la colección completa –compuesta por 24 relatos- de aquellos Cuentos viejos, ilustrados con “maderas” del gran artista costarricense Francisco Amighetti.

Refiriéndose a esas xilografías, que aquí se muestran para su disfrute plástico y como invitación a la lectura de la obra de María Leal de Noguera, decía el maestro García Monge en 1938: “La colaboración artística de Amighetti en este libro es muy apreciable. La autora debe sentirse orgullosa de haberla obtenido. Hay en las maderas de Amighetti cierta gracia y malicia muy del gusto de los niños; a más de que está presente en ellas el sentido del paisaje, del misterio y de la aventura. ¿Qué más pedir?”

Para esta entrada, utilizo la 4ª edición de Cuentos Viejos, Antonio Lehmann, Librería e Imprenta Atenea S. en C., San José, Costa Rica, 1963.