De Aquileo: la conchería perdida
En el prólogo que a ellas dedicara don Roberto Brenes Mesén, dice: Aunque la palabra Conchería es bien inteligible para los nacionales, no estará demás indicar que en Costa Rica, de unos ocho años para acá, se llama Concho al campesino, al aldeano. Por lo tanto, una Conchería es una acción o una expresión propia de un campesino. Don Carlos Gagini por su parte, nos dice en su Diccionario de Costarriqueñismos: Concho es abreviatura familiar de Concepción, nombre muy común entre nuestros sencillos labriegos.
Con el título de Poesías... Concherías... Epigramas… publicó el vate de nuestros campos, su primera edición en 1905. No obstante, la versión definitiva del apartado de las concherías que llegaría a nosotros como canónica, es la que Aquileo preparara personalmente en Barcelona poco antes de fallecer y que fue incluida en el tomo titulado Concherías, romances, epigramas y otros poemas.
En esta, como su título lo indica, además de las Concherías propiamente dichas, recoge el poeta sus Romances, publicados originalmente en 1903, y otros poemas menores con que cierra el libro. Es en este, a su vez, que se encuentra el famoso prólogo de Rubén Darío, una hermosa excitativa del doctor Antonio Zambrana, y el citado prólogo de Brenes Mesén que es exclusivo de los poemas aquí tratados (se brinda aquí el enlace con esa edición).
En esa segunda edición excluyó Aquileo una de las concherías originales, que por esa razón es prácticamente desconocida de su gran público, que seguimos siendo, en esencia, los ticos: la que se titula Comprando ayotes, y que aquí reproducimos gracias a nuestra amiga la investigadora Ana Isabel Herrera Sotillo, que nos la facilitó.
Está tomada de una rara edición que, sin pie de imprenta y con un prólogo de don Carlos Gagini, tiene por fecha 1906; lo que hace pensar que se trate más bien de una segunda impresión de la edición original. En cualquier caso, basta remitirse a su grafía, para ver que se trata de la que originalmente le imprimiera el poeta a sus creaciones, y no la que, ya revisada en su correspondencia fonética por nuestro lingüista Arturo Agüero, publicara Trejos Hermanos en 1953; y que es la que ha seguido publicándose después, y de la que más recientemente aún, se han extraído sólo las Concherías como obra.
Versión primitiva que, como se verá, es aún más expresiva, si se quiere, de esa lingua tica-como podríamos llamarla, porque franca en toda la rural Tiquicia; es decir, en todo el Valle Central y sus extensiones geográficas y humanas-, que fue la lengua cuya fonética quiso transmitirnos, del modo más fiel posible, el más tico de nuestros poetas: el gran Aquileo… Echeverría.
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