El terremoto de Cartago... en San José
Este año 2010, que empieza a acabar apenas, es una de esas ocasiones en que el olvido social de lo urbano y de su historia, esta por sepultar un hecho trascendental en la construcción física de la ciudad capital costarricense: el del terremoto "de Cartago"... tragedia que, si acabó con la vieja metrópoli y fue menos dramática en San José, no por eso dejó de tener efectos -negativos y positivos- en el diario vivir de los josefinos, antes y después de suceder.
En realidad, más que un terremoto, el de 1910 fue todo un ciclo sísmico que se inició el 13 de abril de ese año, con un fuerte temblor que causó estragos en San José y en Cartago, dando apenas, sin embargo, una pálida idea de lo que se avecinaba sin que nadie pudiera saberlo. Era claro, eso sí, que el enjambre sísmico se localizaba en los alrededores de Cartago; pero el pánico ciudadano cundió también en la capital, al punto de que se instalaron campamentos en casi todos los espacios públicos de esta, tanto para locales como para "cartagos".
Del hecho dan fe los periódicos de la época y, hasta cierto punto, son conocidas un par de fotografías al respecto, pero nadie -que el suscrito sepa, al menos- ha reparado en ellas con el enfoque con que lo hacemos aquí, en el espacio de memoria social que quiere ser esta bitácora o blog de lo costarricense. Se trata de brindar al lector la posibilidad de visualizar otra cara de la tragedia: la que se vivió también en San José previo al terrible terremoto en sí y, una vez pasado este, de como uno de sus principales y para entonces más seguros edificios públicos, se convirtió en esa ocasión en un hospital de emergencia, pero con todo lo necesario a ese fin.
Las primeras cuatro fotografías, muestran los campamentos improvisados que se instalaron en parques como los de las iglesias de La Merced o La Dolorosa, en los alrededores del barrio de Amón y hasta en el patio de una casa particular. Junto con la que encabeza esta entrada y las presenta, provienen todas de la magnífica revista Arte y Vida, en su edición del 15 de abril de 1910.
En la misma línea, pero publicada en la edición de junio de 1910 de la revista Magazine Costarricense, es la imagen del parque Morazán sirviendo de refugio a varias familias cartigenesas.
La siguiente fotografía muestra una amplia perspectiva, desde el atrio de la iglesia de La Merced, del parque Braulio Carrillo otra vez, convertido en campamento preventivo para la gente de los barrios aledaños; imagen que por haberse divulgado asociada al evento cartaginés, ha invisibilizado su trascendencia humana e histórica para la capital, aparte de ser la única que brinda una vista completa del Hospital San Juan de Dios –al fondo-, tal como lucía antes de los terremotos de 1924, que obligaron a su remodelación.
A pesar de que su sólida construcción se remontaba a unos pocos años apenas –se terminó en 1903-, el edificio del Liceo de Costa Rica sufrió no pocos daños, como puede verse en la siguiente fotografía; algo similar a lo ocurrido a otros edificios capitalinos, pero que por el énfasis histórico dado a Cartago en la tragedia –enteramente justificado por demás-, no ha sido aún estudiado en todas sus consecuencias para la imagen y la idea urbana de la capital.
Por último, pero no menos importantes que las imágenes anteriores, hay dos fotografías del llamado Edificio Metálico convertido en hospital, para atender la desdicha de la ciudad hermana. La primera de ellas muestra unas de las aulas de la Escuela Buenaventura Corrales convertida en quirófano, mientras que la otra muestra un espacio similar, sirviendo de salón de recuperación a los heridos en el cataclismo. Si los campamentos en los espacios públicos muestran y demuestran la capacidad de nuestra gente para improvisar una solución a sus aprensiones, estas últimas imágenes lo hacen de la capacidad de nuestros gobernantes de entonces, para planificar de inmediato la atención de una emergencia nacional de esas dimensiones.
El impacto en todos los ámbitos urbanos del terremoto de 1910 en San José, aún está por estudiarse; pues nomás pasada la tragedia, no sólo cambió mucho de lo que era tradicional en la construcción de viviendas y edificios, sino que surgieron barrios populares enteros para albergar en buena medida a los emigrados del Valle del Guarco.
A esos cambios tecnológicos, urbanísticos y demográficos, debe sumarse además el impacto en el imaginario colectivo josefino de una tragedia como esa; por lo que estas imágenes quieren contribuir, como mínimo, a llamar la atención sobre un hecho de tanta trascendencia en la historia urbana de Costa Rica… y que aún permanece, por lo dicho, en el olvido josefino y nacional.
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