La “casa” de la Hacienda La Lornessa
Habitado muy escasamente desde el siglo XVII por españoles descendientes de los conquistadores, el sitio o paraje luego llamado Santa Ana, lo componían sobre todo grandes fincas al cuidado de esclavos o libertos negros y mulatos, pues los señores vivían en Cartago.
Precisamente fue una de esas haciendas llamada Santana, propiedad de doña Ana de Retes, la que le dio el nombre al lugar. Entonces Santa Ana era más bien un punto intermedio entre Escazú y Pacaca (actual Ciudad Colón), por lo que servía como lugar de sesteo para comerciantes y arrieros de mulas en la ruta que por ahí pasaba comunicando Cartago con el océano Pacífico.
En el siglo XVIII, el padre Pomar y Burgos, uno de los fundadores de San José, instaló en las cercanías del llamado "río de oro" de Santa Ana un oratorio o pequeña capilla, en los predios de la que a partir de 1869 fue la Hacienda La Lornessa, de Robert Ross Lang, y que hoy ocupada por el Centro de Conservación Santa Ana, de propiedad estatal.
La edificación original data de 1767, por lo que es reputada como la más antigua del Valle Central. Sin embargo, es probable que la construcción original haya sido hecha de madera rolliza y paja, y que sólo posteriormente se haya levantado la estructura de adobes que aún sobrevive, con sus marcos, barrotes y puertas de madera y su techumbre de caña brava y teja de barro.
También es probable que posterior sea su utilización como casa de la hacienda, pues
por su configuración puede observarse fácilmente que lo construido en bahareque es un añadido posterior a ese volumen original, al igual que los corredores. Poco esbelto, como la casa de adobes más antiguas registradas en Escazú, su contenedor es austero y fresco en su penumbra, apenas rota por las pequeñas ventanas cuadradas, otra característica que evidenciaría la antigüedad de su técnica constructiva.
Con las características esenciales de la construcción colonial y mestiza de adobes, el conjunto que esa sencilla edificación forma con las instalaciones del viejo trapiche de la hacienda, y el papel protagónico que ésta ha desempeñado en la producción agrícola nacional durante mucho tiempo, hacen de La Lornessa un sitio de interés histórico-arquitectónico; así declarado por medio del Decreto N° 19640-C, publicado en La Gaceta N° 97 del 23 de mayo de 1990.
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